Fototeka

"Charles Baudelaire", 1862, Etienne Carjat, Colección Bidegileak-Pioneros


Kutxateka, imágenes que incitan a la emoción

Paco Marí

La fotografía nos descubre lo más cercano de nosotros y de quienes nos rodean. La posibilidad de perpetuar personas, hechos y lugares. Un descubrimiento extraordinario que hoy se ha convertido en algo tan adosado a nuestra existencia que apenas si atisbamos a pensar que en cierta ocasión la humanidad evolucionó sin fotografías.

Kutxateka lleva desde los años 70 conservando y difundiendo sus fondos. Unos fondos que ya forman parte de la propia historia de la fotografía. Gipuzkoa puede vanagloriarse de tener uno de los mejores archivos fotográficos de Europa, el de Kutxateka.

En sus fondos están representadas las imágenes y trabajos artísticos de más de 800 fotógrafos, así como los usos y géneros relacionados con la fotografía. Semejante baúl, no podía ser de otra manera, guarda en consecuencia, con celo y devoción, las diferentes corrientes estéticas desde su nacimiento en 1839 hasta nuestros días.

Nos preguntamos a menudo por el atractivo de los fondos, por su fascinación. ¿El fotógrafo? ¿Los retratados? ¿Los paisajes? ¿El reportaje? ¿La naturaleza muerta?... Son, sin duda, demasiadas razones para centrar en una sola el interés de cada imagen.

Hay, efectivamente, muchos argumentos. Los retratos de Nadar, Etienne Carjat o Salomon durante el siglo XIX o los más contemporáneas de Joan Fontcuberta, Aitor Ortiz e Itziar Okariz. Las imágenes de arquitectura de Edouard Baldus y Charles Marville hace más de 150 años o las más modernas de Günther Forg, Humberto Rivas o Giuliano Mezzacasa. Los paisajes de Adolphe Braun o Felix Bonfils en los primeros inicios de la fotografía o los más modernos como los de Imanol Marrodán, Roberto Botija o Dario Urzay, Aleksandr Rodchenko, Robert Doisneau o Elio Ervitz. Personajes al otro lado de la cámara como Charles Baudelaire, Victor Hugo, Raimundo Sarriegui, Vladímir Mayakovski o Alfred Hitchcock.

También reliquias a través de cámaras oscuras de principios del siglo XIX, daguerrotipos de Jeremiah Gurney y Barthélemy Thalamas, la excepcionalidad de los grabados de Hippolyte Fizeau, Alphonse Poitevin o Dujardin… Emmanuel Sougez y sus imágenes austeras de bodegones, reivindicando la fotografía como un arte autónomo. Hasta los pioneros desnudos artísticos, atrapados por aquel fotógrafo de exquisita sensibilidad que era Constant Puyo.

Las imágenes de Kutxateka recogen un soplo de cada una de las huellas desprendidas por esos artistas, escenarios, historia, tendencias, juegos y querencias. Una representación que exige la complicidad del espectador, para poner su sentimiento y recuerdo a la fotografía. Un fragmento de nuestra historia que es lo mismo que decir de nosotros mismos.